LA PELÍCULA
Horizontes perdidos fue una película cara, muy cara para la época y para un estudio de tamaño medio. Pese a que obtuvo una gran popularidad no consiguió recuperar su inversión inmediatamente. El enorme costo de producción -2,5 millones de dólares- hizo que los estudios Columbia quedaran prácticamente sin presupuesto durante el resto de la temporada; sin embargo, supuso también su lanzamiento cualitativo, pues dejo de ser considerada una productora modesta para convertirse en una de las majors de Hollywood. La película obtuvo siete nominaciones a los Oscar de la Academia, de los que obtuvo dos de ellos: al mejor montaje (Gene Havlick y Gene Milford) y a los mejores decorados (Stephen Gooson).
La historia muestra las aventuras de Robert Conway, el "hombre de oriente" de la Corona británica en China. Evacuando la ciudad de Baskul en 1935, su avión es secuestrado. En el viaje le acompañan su hermano y otros pasajeros que se ven arrojados esta aventura contra su voluntad. Después de un aterrizaje forzoso, que conduce a la muerte del piloto, son rescatados por una expedición de búsqueda que los conduce a una ciudad perdida en un valle del Himalaya.
Shangri-La es la utopía que todos buscamos. Un lugar de paz, donde todos conviven sin discriminación y respetando a los demás como forma básica de entender la vida, y además posee una particularidad muy interesante: la ciudad y el valle, libres de toda contaminación exterior, prolongan la vida. Hombres y mujeres de cien años de edad conservan el aspecto de jóvenes de treinta.
El elenco de actores, capitaneado por Ronald Colman, configura un reparto excepcional que cumple sobradamente lo que Capra pretendía. Dan verosimilitud a personajes estereotipados como puede ser el propio Conway, un flemático inglés que es capaz de ver mas allá de las cortas miras de su hermano, un ambicioso y potencial político que no es capaz de entender la ventajas de la vida en Shangri-La. Arropan a Colman otros actores como Sam Jaffe en el papel del padre Perrault o el Gran Lama. Este actor tenía mucho más papel, pero fue recortado en los montajes posteriores, que le convertían casi en un personaje ininteligible.
Técnicamente es de destacar los impresionantes diseños de producción. Las maquetas y los decorados de la mítica ciudad proporcionaron un Oscar a su autor. Este diseño de producción fue lo más costoso de la película, pero realmente es espectacular y desde luego magnifica el espectáculo visual. Un apoyo a la visualización es Max Steiner, que compone una partitura que, sin tener pasajes excepcionales, une de manera más que eficaz los pasajes dramáticos y los de aventuras, modelando diferentes ámbitos musicales para cada una de las escenas. Es una partitura suave y agradable que aporta solidez al film.
Los encargados de efectos especiales tuvieron su participación fundamental en las escenas de acción, el aterrizaje del avión, y fundamentalmente en dar verosimilitud a los decorados de Shangri-La, mediante técnicas de exposición múltiple y de movimientos de cámara sobre decorados y maquetas en movimiento.
Técnicamente Capra se muestra como un maestro en las escenas de movimientos masivos de actores. Dos escenas reflejan esa maestría: la escena del aeropuerto, con cientos de chinos intentando la huida y la escena del entierro del Gran Lama, felizmente rescatada. En esta última escena es magnífico un movimiento de cámara novedoso que permite contemplar la enorme fila de dolientes que van a rendir su último homenaje a su patriarca desde unos ángulos y encuadres no habituales. Esta escena sería homenajeada en la película Conan el bárbaro (John Millius, 1982), concretamente en el final de Tulsa Doom.
LA VERSIÓN
La exhibición original de Horizontes perdidos en 1937 tenía 132 minutos de duración. Las posteriores versiones acortaron en casi 25 minutos el metraje original, que se dio por perdido. En 1967 el negativo original se había deteriorado y no existía ninguna copia que contuviera los 132 minutos originales. En 1973 el Instituto Americano de Cinematografía encontró un sound track que contenía esos 132 minutos originales pero al que le faltaban siete minutos de imagen.
Esta reconstrucción digital posee una calidad excelente en la mayoría de su metraje. Sin embargo, hay partes obtenidas de copias en 35 mm. que fueron obtenidas a su vez de copias en 16 mm. en tiempos en los que no se contaba con las técnicas actuales de repicado digital, y se nota la extremada baja calidad de los originales con que se ha contado para su restauración.
Las novedosas escenas que se incluyen en la reconstrucción mejoran indudablemente la historia, pudiéndose ver escenas que no se habían podido contemplar casi desde el año de estreno. Y la mejoran porque se reconstruye linealmente la historia que Capra concibiera en origen, sin los cortes que se dieron posteriormente. Estas escenas eliminadas hacían en cierta manera confusos algunos pasajes que ahora se pueden contemplar en toda su integridad. Además, se ha conservado el montaje tal y como lo concibió el director para su primer pase público; realmente, la película había tenido en su preestreno otro comienzo y otro final: contada en flashbacks, la historia se narraba sin guardar una linealidad dramática. Capra, en vista del poco éxito de su pase previo, optó por remontar este principio y eliminar los flashbacks. Ésa fue la versión estrenada para el público y la que podemos contemplar en el enlace.